martes, 18 de mayo de 2010

LA familia

Bajo amenaza de mi hermano (tiene secuestrado el patito y me mandó una foto -que quedó en la otra pc, así que no la puedo adjuntar en esta entrada), posteo. En realidad esto lo debería haber publicado mucho antes, pero es que varios de mis lectores (decía ella suponiendo que además de sus fieles seguidores, tiene cientos de miles de gentes que, por más que no quieran dar la cara, siguen esta página desde las sombras) no leen inglés. Había pensado, en un arrojo de bondad y un dechado de interpretacionalidad, traducirles la pieza a la lengua, madre. Pero no la traducí no más, como bien deducieron en un primer pantallazo que los mareó por lo bilingüe.

Les voy a contar más o menos de qué trata, así, a grandes rasgos: mi familia, o parte de ella, tiene un humor muy particular, que más que humor resulta ser una escuela de vida en la que los vástagos más pequeños aprenden del engaño y los disfraces del mundo exterior al ser librados por sus despreocupados padres en las manos de sus hermanos más grandes (los hermanos de los vástagos y de los padres, acá todos colaboramos en la educación del ciudadano). En fin, es así que los más grandes se encargan de que los párvulos ingenuos aprendan a fuerza de golpes (no físicos, sino sociales, que duelen bastante también) que el mundo es cruel y traicionero y que uno debe estar preparado para ver el engaño donde sea, incluso en la más candorosa creatura. Dicho así parece que fuéramos un grupo de siniestros seres dedicados a humillar a los más débiles (mi abuela a veces lo ve de esa forma); au contraire!...todo esto es realizado con el mayor cariño y amor del mundo. Yo, como hermana (y prima) mayor que soy, he llevado la antorcha de la educación de quienes tuvieron la suerte de abrir sus ojos a esta vida después de mí. A lo mejor de ahí mi vocación docente.

En fin, el testo en inglés que se encuentra a continuación, es decir, el que procede a lo antedicho, el siguiente a lo prepuesto, el consecutivo de las anteriores alocuciones, fue escrito por Mercedes, mi tía y la penúltima de ocho hermanos. El mismo, pinta las técnicas de aprendizaje de esta escuela de la vida que es mi familia materna, a través de la mirada de una mujer que revuelve sus ojos y torna sus recuerdos hacia la más tierna infancia, rememorando lo que significa ser el más pequeño de la tribu.
Les dejo con Mercedes:

"Growing up with mischievous siblings 9 to 20 years older than me honed my survival instincts early on in life. They were my role models. I used to eavesdrop on their conversations about grown-up matters like high-school, university, make-up, and parties. I longed to be like them, and so I innocently trusted them too much.
One of my earliest memories is from my first flight at the age of 3. As we were boarding the plane, my sister, Elena, called “shotgun” and dashed past me to the window. I was forced to settle for the middle seat between her and my dad. My memory kept only flashes of the 2-hour flight, but there’s an image that I remember vividly. My sister said “look” with her nose pressed against the window, and then helped me stretch over her to glance outside. Under the plane, there was a white puffy blanket stretching as far as I could see. I couldn’t understand what this was, so Elena explained like a teacher: “we are flying over cotton fields: as you see, cotton is white and fluffy just like the cotton candy we buy on the street.” At the time, her explanation made perfect sense. It wasn’t until another flight more than a decade later that in a flashback I realized that what I had seen were just clouds.
My brother Matias also had fun with me. When I was a toddler, he had the patience to teach me the colors. However, he inverted them, and consequently, I called the blue, green, the green, yellow, the yellow, red, and so on.
The imaginative tricks continued even when I reached school age. One day, my eldest sister made me believe that pop start Cindy Lauper was actually called Cindy Lopez and that she was my mom’s cousin. Being related to a celebrity was the kind of news that I had to share with everybody at school. The other kids weren’t as naïve, and it ended up being one of the most embarrassing days of my life.
When I was 6, I remember my siblings listening to their favorite ABBA cassette. I’d stare at the cover of the “Super Trouper” album fascinated by the band’s all-white “Saturday night fever” style outfits. My siblings loved them, and so I loved them too. Elena once explained to me that when we played the cassette, the ABBA team in miniature was actually performing inside the tape recorder. For days, I strained my eyes trying to catch a glimpse of the mini-singers through the tiny holes of the speakers’ grid. I was unsuccessful and my frustration mounted. So one day I armed myself with a screwdriver and dismantled mi sister’s cassette player. That was the first time my siblings learned a lesson from me"

domingo, 2 de mayo de 2010

Lo que Macro se llevó

Este post es para todos los que se preguntan qué me pasa que no me conecto a ningún lado, que no doy señales de vida, que he desaparecido, junto con Sánchez, de la faz de la Tierra sin haber logrado ser rescatada por cualesquiera de las redes sociales. Porque sé que hay de esas personas….como también sé, con profunda tristeza, que hay de las otras, las despistadas, las desinformadas, las abandonadas por la Mano misericordiosa del Señor…en fin, las que no saben quién soy Yo.
Hete aquí que heme caído en un pozo, un pozo llamado Macro, un pozo gobernado por el señor George B (No, no Bush, manga de giles!!!! Britos!) Obviamente no fue por amor que me tiré al pozo (ya basta de esas historias), sino por una conmovedora cifra y la seguridad del cobro mensual. Claro, ellos tampoco me pagan por amor (esas SI son historias que estaría dispuesta a considerar), sino que me obligan a realizar una exhaustiva capacitación para atender los teléfonos por los que miles de clientes (muchos de los cuales pueden ser ustedes) se comunican para compartir con nos, pobres operadores, las anécdotas de amor de locura y de muerte que día a día les brinda la garantía de M.
Como les decía, por ahora no he atendido más teléfono que mi celular (cuando alguien tiene la bondá de llamarme y ver si es que aún respiro) o el de mi casa (cuando a alguien le importa saber el paradero de alguno de los miembros de mi augusta familia). Mi labor de operadora larga con todo el 13/05. Pero este último tiempo me han tenido jugando al roll play (durante el learning, entre el breack y el lunch -son todos muy duchos en inglés, pero asesinos de la lengua madre en ese lugar-) y mi capacitadora hace de teléfono y de clienta apremiante. Pasamos al frente y ella nos hace “riiing, riiiiiiiiing!!!!” y nosotros tenemos que responder hechos unas mieles y resolverle con la velocidá de la luz y los tecnicismos de un banquero viejo los problemas con los que nos bombardea. Jamás nos toca una “clienta” buena onda y comprensiva…son siempre mujeres al borde de un ataque de nervios. Pero en fin, esto debería prepararnos para cuando las verdaderas llamadas lleguen. Hay historias de clientes que han hecho llorar a los operadores más recios y viriles.
Esta que se viene es la 4ta semana de capacitación…y la semana en la que nos toman un examen para el que tengo que desenredar la maraña de conocimientos teóricos sobre bancos (recuerdan que yo estudio Letras?!!?!?) que rondan mis días y se filtran en mis sueños. Cosas que ustedes ni se imaginan!!!! A la vez esta es la última semana en la que mis almuerzos van a ser a base de harina, jamón, queso y materia grasa. Así es, ellos nos dan de comer…pero no nos dan cualquier cosa, sino el menú con el que la bruja de Hansel y Gretel engordaba su cena. Calculo que la idea es que luego de un mes de haber entumecido nuestros seres con una dieta alta en carbohidratos y horas silla estemos demasiado abombados como para querer volver a nuestras casas y prefiramos seguir en el asiento atendiendo llamadas.
Claro que para algunos colgaditos puede seguir obscura la razón por la que no me conecto después de las 8 hs diarias de (dis)capacitación. Es sencillito, todo se reduce al tiempo que pasan mis ojitos frente a un monitor por día: OCHO HORAS. Como podrá imaginar cualquier hijo de vecino (no necesariamente los de MI vecino que no parecen ser muy imaginativos) llego a mi casa cual penitente Santa Lucía con los ojos en una bandeja y los glóbulos oculares vacíos de toda mirada y expresión. Cuantito veo un monitor no puedo reaccionar de otra manera que sentándome en una esquina, abrazándome las rodillas y meciéndome al compás de “no de nuevo, no de nuevooooo”
Esta semana me toca el curso de técnicas de atención al cliente. Veremos qué es lo que pueden hacer conmigo y mi “sentido del humor” para las respuestas…..














(para mis lectores hispanohablantes, la operadora está diciendo: "no estoy siendo irrespetuosa, señor. Le acabo de explicar que ya hemos agotado todos los puntos no esenciales de la conversación como la empatía y la cortesía, para poder enfocarnos de una vez en lo que realmente importa")

Pero más allá de eso, la experiencia está resultando sumamente interesante, hay gente piola con la que me divierto (más de lo que debería según las desaprobadoras miradas de mis coordinadores) y los conocimientos que estoy logrando adquirir me van a servir para el próximo paso que pienso dar en la vida.
Já! Cómo todo buen capítulo, este termina con intriga. ¿Cuál será el próximo paso en la vida de Ro Ro? ¿Para qué podrán servirle en esta nueva aventura los conocimientos bancarios? ¿Acaso intentará hacerse con el oro y el moro? Eso, amigos, lo sabréis en el próximo capítulo...o más adelante.